Lleva apenas 2 horas en Madrid y ya está convencido de que un supermercado cooperativo es muy posible en Madrid. Thomas Boothe, director del documental Food Coop y cofundador de La Louve, en París, visitó la semana pasada la ciudad en el marco de una de las líneas estratégicas del MAR de Alimentación dentro del proyecto MARES: fomentar un nuevo modelo de consumo cooperativo. Antes de tener un coloquio con las personas que han ido a ver su documental en la Cineteca de Madrid, Boothe nos responde a algunas preguntas.
¿Qué fue antes, el documental sobre el supermercado cooperativo en Nueva York, o La Louve en París?
Las dos cosas llegaron al mismo tiempo. En 2009 visité a un amigo en Nueva York, que es miembro de Park Slope Food Coop y fui con él a comprar a ese supermercado. Me pareció que era fantástico. Como cineasta, pensé que esta historia podría ser un bonito documental pero, al mismo tiempo, también quería comprar en un supermercado cooperativo como éste, así es que volví a París, donde viva, y con un par de amigos empezamos a ver si era posible arrancar un proyecto como éste allí.
¿Cuál era tu objetivo al grabar el documental?
Sobre todo, ayudar a la gente en Francia a entender en detalle este modelo tan complejo, porque tiene muchas
contradicciones y así la gente podría, no sólo tener una idea simple sobre el supermercado cooperativo, sino compleja, y animarse más fácilmente a participar.
¿Cuál es la clave del éxito?
Hay muchas claves, varias claves. Cuando pusimos en marcha La Louve, en París, lo que hicimos fue estudiar con extremadamente detalle cómo funciona el supermercado colaborativo en Nueva York. Y lo hicimos porque, cuando estudias la historia de este modelo de cooperativas en Estados Unidos, en el que todo el mundo es socio/a y cada socio/a trabaja en en la cooperativa, no es una historia agradable, la mayoría son intentos fracasados. Hubo cientos de intentos en los setenta y al final de la década sólo había uno. Así es que estudiamos con bastante detalle cómo funciona, y todas las complejidades que pusieron juntas, para intentar averiguar qué clase de cosas teníamos que evitar. Creamos un documento, que podemos compartir con todo el mundo y traducir al español, que explica, después de muchas conversaciones con las personas fundadoras y los empleados de Park Slope, elaboramos un documento de 10 puntos. Algunos son tan sencillos como: todo el munto tiene que trabajar para evitar la creación de clases sociales.
¿Qué cosas hay que evitar?
Desafortunadamente, Park Slope ha intentado arrancar y apoyar más proyectos como éste en Nueva York pero todos han fracasado. Algo que parece no funcionar es la puesta en marcha de pequeñas tiendas. En este tipo de supermercados colectivos tienes que competir con los supermercados convencionales, tienes que estar abierto tantas horas como ellos, y para hacer eso, se necesita una cierta cantidad de gente. Si abres 6 días a la semana, empiezas a recibir el género a las 6 de la mañana y terminas a las 10 de la noche, al tiempo que necesitas tener a gente trabajando en las cajas, colocando cosas en las estanterías, limpiando… Puedes empezar a calcular cuánta gente necesitas. Estamos hablando de alrededor de 1.200 o 1.500 personas como mínimo para que funcione.
¿Qué se necesita para arrancar?
Nosotros al principio sólo eramos unos amigos, y nos dedicamos a investigar algunos procesos. Después, comenzamos a invitar a la gente a unirse. Al principio, montamos una pequeña tienda, pero ése no era el objetivo, sólo queríamos una especie de laboratorio, en el que poder practicar. Empezamos a trabajar con distribuidores, haciendo pedidos, colocando cosas en las estanterías… Descubrimos que, cuanto más rápido el proyecto se aterriza y hay cosas físicas que hacer, más gente se siente atraída. Y otro punto es que también teniamos dinero. Pudimos conseguir dinero de organizaciones sin ánimo de lucro. Arrancamos con un total de 1,5 millones de euros, de los que alrededor de 400.000 era capital de las personas socias, a través de la compra de participaciones en la cooperativa. También es cierto que París es mucho más cara, y probablemente otros proyectos necesiten menos dinero.
Lo que parece no funcionar son tiendas pequeñas.
Como mínimo, se necesitan 1.200 o 1.500 personas para arrancar.
En París, comenzamos con 1,5 millones de euros, de los que 400.000 provenían de las personas socias.
Estas cooperativas tienen que competir con los supermercados convencionales, y para eso hay que abrir las mismas horas.
¿Crees que Madrid podría tener un supermercado cooperativo?
Creo que sí… Estoy interesado en España, en general, porque ha sufrido más económicamente que Francia y eso significa que la gente se mueve menos por placer y más por una necesidad para crear un supermercado como éste. Es algo parecido a lo que ocurre en América, donde sufrimos una completa negligencia. Eso hace que estemos más motivos para crear nuestras propias cosas.
¿Qué consejo tienes para el grupo motor madrileño del supermercado cooperativo?
Que estudien el modelo. Que lo estudien mucho, cómo funciona y también los fracasos. El modelo de Park Slope no es el único pero a nosotros nos gusta mucho porque hace muchas cosas al mismo tiempo. Lo principal es que cuando todo el mundo trabaja, todos se creen propietarios de la tienda, hay una conexión. También hay que entender el supermercado como un recurso para el vecindario, no para los fundadores. En este sentido, tienen que recordar que no es su cooperativa, ni la cooperativa de sus amigos, es una fuente de abastecimiento al servicio del barrio. Y por último, desde el punto de vista de la comida, tener una mente abierta, y dar la opción de que la gente que se una sea la que elija qué productos quiere. Si viene una persona del norte de África y quiere consumir una cierta marca a la que está acostumbrada, tiene el derecho a consumirla, aunque no sea orgánico ni local. El peligro puede estar en que haya una determinación de que la cooperativa tenga que ser demasiado estricta, es decir, que o comes exclusivamente orgánico y local, o no estamos interesados; por tanto, para que funcione, la primera imposición debe ser estar abiertos y tener variedad de productos, orgánicos, convencionales… Invitar a todo el mundo a que se beneficie de esta máquina de reducir los precios, y hacer su vida un poco mejor.
Aunque seas fundador/a, no es tu cooperativa, no es la cooperativa de tus amigos, es un recurso al servicio del barrio.
Tiene que haber una larga variedad de productos para que las personas no completen su cesta en otro lugar.
La primera imposición debe ser estar abiertos e invitar a todo el mundo.